viernes, 14 de junio de 2013

Lo prometido es deuda, me acabo de leer el segundo hábito que nos aconseja Meg Meeker para intentar ser mejor madre y no morir en el intento. "Cuidar las buenas amistades".
La amistad se ha ido haciendo más difícl con el transcurso de los años, trabajamos inténsamente mientras los hijos son jóvenes, y pensamos que tendremos tiempo para divertirnos , para comer ocasionalmente con amigas o incluso para hacer viajes con amigos una vez se hayan ido los niños. La verdad es que, cuando hay que recortar algo de las exigencias diarias, a la hora de la verdad son los amigos lo primeo que dejamos. Así que retrasamos la cita con esa amiga, pensando que ya  nos pondremos al día más tarde.
Las amigas nos benefician, todas la madres necesitamos una amiga que inyecte humor en nuestras vidas, de forma que podamos abrirnos, aunque sea un poquito, lo suficiente para bajar al guardia y dejar que entre la alegría. El humor es la antítesis de la preocupación, nos pueden sacar un poquito de nuestro dolor y hacer la vida más llevadera.



Tres pautas para adquirir el hábito:
1.- Tener un círculo interno y externo de amigas; mujeres que satisfagan nuestro deseo de conexión emocional íntima y otras que nos den consuelo y afecto a un nivel más superficial. En cualquier caso la profundización en una amistad exige una confianza y un consuelo mutuos, y no cabe que una mujer se vea forzada a ello para agradar a la otra.
2.- Encuentra un equilibrio entre los diferentes tipos de amigas; como las amigas aportan sus talentos a la realción, procura encontrar amigas que tengan talentos diversos. algunas amigas son buenas para reír con ellas, y a otras se les da mejor acompañarnos cuando lloramos; ten una de cada tipo. Ninguna amiga podrá cubrir todas nuestras necesidades, así que no debemos esperar que lo haga.
3.- Quiere a tu amiga lo mejor que sepas; quizá sea el consuelo de las amistades lo que nos permite aprender bien la lección. Cuando tenemos la libertad de mostrar nuestros ojos hinchados tras llorar durante días, de invitar a nuestra mejor amiga a una ceremonia en la que recibimos un premio que ella nunca ha recibido, pero sabemos que está tan entusiasmada como nosotras, entonces nos relajamos con la confianza que da el amor y podemos ser complemente tal como somos. Creo que es ese sentirse a gusto lo que nos permite tener el arrojo de enfrentarnos a nosotras mismas y por que no? de cambiar, podemos examinar nuestos miedos más profundos, que nos acepta exactamente como somos y, al mismo tiempo, desea ardientemente que cambiemos , para mejorar y vivir una vida mejor.
Hasta pronto.

1 comentario:

GDB dijo...

Tenía muchas ganas de leer el libro de Meg Meeker... gracias por transmitirnos las principales ideas, es muy interesante.